domingo, 4 de marzo de 2012

El Corazón del hombre.


El corazón del Hombre
E. Fromm

"El hombre ¿lobo o cordero?" Fromm comienza su análisis Frente a esa pregunta, él supone que el lector responderá que el hombre es cordero.
En definitiva, los hombres no son lobos y tampoco son corderos, tal vez existen hombres corderos y hombres lobos lo que nos llevaría a pensar que existen dos razas humanas. Fromm omite esta solución algo determinista y continua con el problema. Menciona que quizá sea cierto que “los lobos no hacen sino representar la cualidad esencial de la naturaleza humana de manera más franca que la mayoría” lo que conduce a la siguiente pregunta: ¿el hombre es fundamentalmente malo y corrompido, o es fundamentalmente bueno y perfectible?.
Fromm expresa que “sería difícil no ver la potencia y la intensidad de la capacidad destructora humana”. Sin embargo –dice Fromm siempre manteniendo una actitud de equilibrio- que tampoco es bueno dejarse llevar por la opinión derrotista del hombre fundamentalmente malo, pues “la intensidad de las tendencias destructoras no implica de ninguna manera que sean invencibles o ni aún dominantes” y que “las guerras son primordialmente consecuencia de fuerzas psicológicas”.
Finalmente acaba el capítulo exponiendo la siguiente afirmación: El síndrome de decadencia es el que “mueve al hombre a destruir por el gusto de la destrucción y a odiar por el gusto de odiar”. Así pues -dice Fromm- es innegable que cada individuo avanza en la dirección que ha elegido: la de la vida o la de la muerte, la del bien y la del mal.
En el segundo capítulo abarca los diferentes tipos de violencia y sus respectivas motivaciones inconscientes “pues sólo el conocimiento de la dinámica inconsciente de la conducta nos permite conocer la conducta misma, sus raíces, su desarrollo y la energía de que está cargada”. Los tipos de violencia que describe son:
·        La violencia lúdica.
·        La violencia reactiva es
·        La violencia vengativa.
·        El quebrantamiento de la fe
·        La violencia compensadora. (el sadismo se deriva de la violencia compensadora).
·        La sed de sangre arcaica.
En el tercer capítulo “amor a la vida y amor a la muerte” Fromm sostiene que “no hay distinción más fundamental entre los hombres, psicológica y moralmente, que la que existe entre los que aman la muerte y los que aman la vida, entre los necrófilos y los biófilos”.
Caracteriza a las personas necrófilas como personas que se sienten atraídas por todo lo muerto, “empiezan a vivir precisamente cuando hablan de muerte”. “El necrófilo vive en el pasado, nunca en el futuro… Son fríos, esquivos y devotos de la ley y el orden. Su principal característica es el uso de la fuerza” como medio para convertir un hombre en cadáver.
En el otro extremo, la biofilia es la característica que vela fundamentalmente por la vida. El hombre biofílico “dará cualquier cosa por conservar la vida […] Ve el todo y no únicamente las partes, estructuras y no sumas. Quiere moldear e influir por el amor, por la razón, por su ejemplo, no por la fuerza, no aislando las cosas ni por el modo burocrático de administrar a la gente como si fueran cosas. Goza de la vida y de todas sus manifestaciones, y no de la mera agitación”. Para el desarrollo del amor de la vida, Fromm menciona tres valores fundamentales expresados de la siguiente manera: (1) tiene que haber “seguridad en el sentido de que no están amenazadas las condiciones materiales básicas para una vida digna; (2) justicia en el sentido de que nadie puede ser un fin para los propósitos de otro; (3) y libertad en el sentido de que todo individuo tiene la posibilidad de ser un miembro activo y responsable de la sociedad”. En caso de que faltaran estos tres valores, el individuo desarrollará un carácter necrófilo.
En el cuarto capítulo abarca el tema del narcisismo individual y social. Describe dos formas de narcisismo, uno benigno y otro maligno. Cuando el maligno se ve afectado “el individuo narcisista teme la depresión resultante de la herida en su narcisismo y por eso trata desesperadamente de evitar tales heridas. Hay diferentes modos de realizar esto. Uno es aumentar el narcisismo para que ninguna crítica y fracaso exterior pueda afectar realmente a la posición narcisista. Pero aún hay otra solución a la amenaza contra el narcisismo que es más satisfactoria para el individuo, aunque más peligrosa para los demás. Esta solución consiste en el intento de transformar la realidad de tal manera que se conforme, en cierta medida, con su auto imagen narcisista”.
En el quinto capítulo “vínculos incestuosos” Nuevamente Fromm nos habla de dos tipos de incestuosidad, la benigna y la maligna. En la benigna el sujeto siente la necesidad de ser atendido y mimado. “En este nivel de regresión incestuosa, el individuo no desarrolló su independencia”. Después Fromm nos habla de los siguientes niveles de regresión: “en sus manifestaciones más graves, podemos encontrar un individuo que, por ejemplo, elige una esposa que es una figura austera materna; se siente como prisionero que no tiene derecho a hacer nada que no sea en servicio de la esposa-madre, que está constantemente temeroso de ella, por miedo a que se encolerice”. La persona simbióticamente adherida forma parte de la persona “huésped” a la que está adherida. No puede vivir sin esa persona, y si es amenazada la relación, se siente extremadamente angustiosa y temerosa… Para la persona simbióticamente adherida es muy difícil, si no imposible, sentir una clara limitación entre ella y la persona huésped”. Así es como Fromm nos explica su último síntoma del síndrome de decadencia. Necrofilia, narcisismo y fijación incestuosa completan un cuadro que hace que el hombre vaya en contra de la vida misma.
Fromm define al hombre como aquél que le permite conocerse a sí mismo. Este conocimiento “lo hizo extraño en el mundo, aislado, solitario y amedrentado”. Además dice que para poderse liberar de este miedo, el hombre tiene que adquirir un sentimiento de unión, de unidad, de pertenecer a un conjunto. Las diferentes maneras de solucionar este problema, Fromm las describe como la esencia del ser humano.
Finalmente este libro incursiona en el potencial del ser humano para hacer el bien o el mal, acerca de la orientación hacia amar la vida (biofilia) o la muerte (necrofilia) y finalmente, si el ser humano es lobo o cordero.
Muestra que el narcisismo en cierto nivel es indispensable para sobrevivir, pero llevado al extremo puede convertirte en un monstruo incapaz de ver el mundo sino solo en las construcciones internas e irreales de su mente enferma. Existe una capacidad innata en el ser humano de destruir y de practicar la violencia y todo ello pone en cuestionamiento la verdadera naturaleza del hombre, del ser humano.

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