Sigmund
Freud, el padre del psicoanálisis, como todos lo conocemos, dedico su vida a la
exploración de la mente humana -también en la suya- para revelar la verdad
acerca del inconsciente, la sexualidad y la neurosis.
En esta biografía, Louis Breger nos presenta
un retrato de un hombre que como bien lo afirma en la introducción: “un sabio y
genial de cabellos grises… dedicó un gran esfuerzo para crear esa imagen”,
oscureciendo sistemáticamente la verdad referida a su vida para crear una
imagen heroica de sí misma en la que mezclo los hechos con la fantasía.
El
retrato que Breger muestra de Freud es el de un hombre sumido en grandes
contradicciones, un ser cuya asombrosa originalidad coexistía con una rígida
adhesión a un dogma, un psicoanalista que paso su vida inmerso en los detalles
más íntimos de la existencia de otros y que, sin embargo, se mantuvo
ensimismado y curiosamente alejado de los demás, un hombre de percepciones
profundas, que no logro ver en toda su magnitud el efecto e impacto de su obra.
Con
esta obra podemos ver al Freud humano, con carencias desde niño, un hombre que
aprendió a vivir con su propia neurosis, que supo tomar decisiones, acertadas o
no, lo llevaron a un camino sinuoso pero que le abrió brecha al mundo del
psicoanálisis.
Nace
en 1856 en Freiberg, Moravia, fue el primer hijo de los recién casados Jakob
Freud y Amalia Nathansohn, ambos judíos. De recursos económicamente limitados,
logró realizar la carrera de medicina, apoyado por sus padres en todo momento,
al parecer fomentaron en él un carácter de tipo narcisista, ya que en su
familia tenía el poder de decidir y cambiar cosas y reglas.
A
Freud le toco vivir en la eterna incapacidad de Jakob para mantener a su familia, la desgracia vinculada con el
escándalo familiar por arresto al tío Josef por dinero falso que provenían de
Inglaterra, la pobreza y el antisemitismo caracterizaron la infancia de Freud e
hicieron más penosos los acontecimientos traumáticos de esa etapa de su vida.
Freud
estudió en la Universidad de Viena entre 1873 y 1882, una época en que esta se
había convertido en una institución de estudios superiores. El país no vivía en
un régimen democrático, y en él convivían la nobleza, la burguesía en ascenso,
los burócratas anticuados, los trabajadores, los campesinos y los nuevos
inmigrantes. Todavía seguían predominando los prejuicios y restricciones
significativos contra las mujeres.
Después
de grandes esfuerzos la familia por fin pudo costearle a Sigmund el postergado
viaje a Manchester, Inglaterra, para celebrar su graduación en el Gymnasium, época
en que dejó de trabajar en el instituto de Fisiología y comenzó su formación
como médico, entonces marcó la transición entre extremos afectivos. En 1882, pasó
a ser el enamorado de Martha Bernays una mujer educada en el judaísmo, que no
representaba una amenaza para Freud. En esa época comenzó a experimentar con la
cocaína influido por su amigo Fleischl, con la finalidad de escribir acerca de
sus efectos, con los cuales se auguraba el éxito, lo cual no sucedió. Estando
el laboratorio de Bruke conoció a Breuer, de quien se apoyaría económicamente
para poder ir a parís y trabajar cerca de Charcot, de quien aprendió el método
de la hipnosis, con él trabajó con pacientes histéricas, sin embargo se dio
cuenta de que no todos los pacientes
eran candidatos para ser hipnotizados y comenzó a trabajar después con la
sugestión hipnótica, y la presión en la frente para evocar el evento traumático
de los síntomas de sus pacientes.
Posteriormente
Junto con Breuer escribe los estudios preliminares sobre la histeria, de Breuer
aprende el método catártico, que Breuer
desarrolla gracias a la sensibilidad de su paciente Anna O (Bertha Pappenheim).
Freud termino la relación con Breuer
después de conocer a quien fuera su alter ego Wilheilm Fliess. El motivo de la
ruptura con Breuer son varias diferencias que tenían acerca de la teoría
pero la principal era sobre el origen
sexual de la histeria, Freud se enoja porque Breuer no lo apoya en su teoría.
En
ese momento Freud se apega a Fliess de una manera impresionante, una relación
que en la que muy probablemente desde un punto de vista particular, así como la describe el autor,
denota una relación homosexual, que si no se llegó a concretar, se puede
observar un núcleo homosexual marcado en la relación. Sin embargo Fliess siendo
tan importante en la vida de Freud, acaba por terminar como su anterior
relación con Breuer, debido a que se da cuenta de las diferencias que existían
entre su teoría y la de su alterego (como él lo llamo).
Lo
anterior sucede a partir del éxito que Freud tendría por su publicación de la interpretación de los sueños, libro
que se permitió publicar a pesar de que exponía el propio análisis de sus
sueños. Dejando ver de esta manera una vez más su increíble capacidad de investigación; una necesidad que
tenía Freud desde su juventud, una necesidad de conocimiento y
autoconocimiento, que lo llevó a trabajar durante todo el resto de su vida en
la mente humana.
Escribió
después el ensayo “Psicopatología de la
vida cotidiana”, en donde plasma los fenómenos de los actos fallidos y
errores diarios, sueños fantasías, síntomas, neurosis, que se perdían bajo la
superficie de la conciencia. Da muchos ejemplos de errores comunes y así mismo
de los actos fallidos de Freud, concepto que cambió la visión de las
motivaciones diarias del hombre, relacionadas, como las de Freud con las
propias vivencias de infancia.
Otra
de las aportaciones más importantes de Freud, fue el concepto de transferencia,
lo hizo en estos años (1899-1905) utilizando el caso de Dora, que a juicio del
autor Breger fue un caso en el que fracasó como terapeuta. Además de eso
analizó algunos actos cotidianos, como el humor, que lo relaciona también con
la actividad sexual reprimida, en su ensayo: “El chiste y su relación con lo inconsciente”, es la misma raíz que
los errores y equivocaciones, el cual se escribió a la vez en sus “Tres ensayos sobre una teoría sexual”,
influenciado enteramente por la teoría evolucionista Darwiniana, demostrando
que el hombre llegó a ser hombre por su historia, igualmente Freud aportó la
propuesta de que el hombre es producto de sus vivencias.
Estas
serían las teorías que lo llevaron a la cúspide de su carrera, llegando a
formar el círculo psicoanalítico de Viena, en donde Ferenczi, Jung y Adler
entre otros, formaban parte; quienes también terminaron por alejarse de Freud, por
diferencias entre sus teorías. Posteriormente al llegar E. Jones, se formó un
círculo clandestino en donde participaban Ferenczi, Rank, Abraham y Sachs.
Posteriormente podemos ver a través del autor, que
Freud era un hombre firme que no se daba por vencido, tras su enfermedad sigue
escribiendo y dentro de los últimos artículos se encuentran: Inhibición,
síntoma y angustia, escrito en 1926 en respuesta al reto de Rank,
publicó al año siguiente su análisis más largo sobre la religión: El porvenir de una ilusión. El ensayo
comenzaba con las típicas críticas a las “masas”, que caracterizaba con las
mismas palabras que solía aplicar a las mujeres: “perezosas e ignorantes… y no
admiten gustosas la renuncia a los instintos”. Con esta frase se puede observar
el conflicto obvio que tenía con las mujeres de su vida, iniciando con la
figura de su madre y con Martha que fácilmente fue desplazada por la relación
amistosa con su gran amigo Fliess.
Por lo anterior, me atrevo a
afirmar que a pesar de su propia neurosis logró establecer la teoría que diera
el fundamento al psicoanálisis actual, con todos los aciertos y limitaciones de
la propia teoría. Así todo el que quiera
escribir sobre el psicoanálisis, tendrá siempre que referirse a Freud, quien sin
saber el alcance que tendría su teoría dejó un gran legado.
A Freud lo alcanza finalmente el cáncer que al
final de la enfermedad le produjo un
orificio en la mejilla y el olor del tejido putrefacto era tan intenso que
hasta su querido chow-chow lo rehuía. Habló con Schur y le recordó el pacto al
que había llegado en 1929, cuando el joven se convirtió en su médico: “Hable
con Anna, y si ella le parece bien, acabe de una vez”.
Anna quería aplazar la
decisión, pero Schur la convenció de que no tenía sentido que su padre siguiera
con vida. Anna le dio la razón y así tomó la decisión de Inyectarle morfina al
enfermo, que entró en coma. Freud falleció el 23 de septiembre de 1939.
Bibliografía:
Freud; el genio y sus sombras.
Louis Breger
Bibliografía:
Freud; el genio y sus sombras.
Louis Breger
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