EL LENGUAJE
OLVIDADO
I. INTRODUCCIÓN
Dice Fromm que uno de los fenómenos más asombrosos de
la vida, son los sueños, que provoca en nosotros tan poca admiración y tan poca
curiosidad. Todos soñamos; no entendemos nuestros sueños, pero nos conducimos
como si no pasara nada raro en nuestras mentes dormidas, raro al menos en
comparación con los actos lógicos, intencionales, que realiza nuestra mente cuando
estamos despiertos.
Cuando dormimos, pasamos a otra forma de existencia. Soñamos.
Inventamos historias que nunca han ocurrido y que a veces ni siquiera tienen
precedentes en la realidad. Pero cualquiera que sea el papel que desempeñamos
en el sueño, somos nosotros sus autores, el sueño es nuestro, nosotros
inventamos su trama.
Casi todos nuestros sueños tienen una característica
común: no siguen las leyes de la lógica que gobierna nuestro pensamiento cuando
estamos despiertos. Las categorías de tiempo y espacio son pasadas por alto.
Somos, en nuestros sueños, creadores de un mundo en el que el tiempo y el
espacio, que limitan todas las actividades de nuestro cuerpo, carecen de poder.
Parece que cuando dormimos abrimos un amplio depósito
de experiencias y recuerdos, cuya existencia ignoramos cuando estamos
despiertos.
Pese a todas esas extrañas características, el sueño
es un hecho real, actual; tanto que nos induce a plantearnos dos preguntas:
¿Qué es la realidad? y ¿Cómo sabemos que lo que soñamos es irreal y que lo que
nos ocurre en la vida diaria es real? Un poeta chino expresó está duda con
mucho acierto: “Anoche soñé que era una mariposa, y ahora no sé si soy un
hombre que ha soñado que era una mariposa, o una mariposa que está ahora
soñando que es un hombre”.
Todas esas vívidas y excitantes experiencias nocturnas
no sólo desaparecen cuando despertamos, sino que nos resulta muy difícil
recordarlas. Pero hay otras que recordamos, y es de ésas de las que hablamos
cuando decimos: “Tuve un sueño”.
Más asombroso que todas esas circunstancias es quizá
la similitud que existe entre los productos de nuestra actividad creadora
desarrollada durante el sueño y la más antigua de las creaciones del hombre:
los mitos. Muchos de nuestros sueños son, tanto en su tono como en su
contenido, similares a los mitos, y nosotros, que los consideramos extraños y
remotos cuando estamos despiertos, poseemos la capacidad de crear esos
productos semejantes a los mitos cuando estamos durmiendo.
Todos los mitos y todos los sueños tienen algo en
común, y es que todos ellos son “escritos” en el mismo idioma, el lenguaje
simbólico.
El lenguaje simbólico es un lenguaje en el que las
experiencias internas, los sentimientos y los pensamientos, son expresados como
si fueran experiencias sensoriales, acontecimientos del mundo exterior. Es un
lenguaje que tiene una lógica distinta del idioma convencional que hablamos a
diario, una lógica en la que no son el tiempo y el espacio las categorías
dominantes, sino la intensidad y la asociación. Es el único lenguaje universal
que elaboró la humanidad, igual para todas las culturas y para toda la historia. Es un lenguaje que
es preciso entender si se quiere conocer el significado de los mitos, los
cuentos de hadas y los sueños.
No obstante, ese lenguaje ha sido olvidado por el
hombre moderno. No cuando duerme, sino cuando está despierto.
Pero lo peor de todo es que no entendemos lo que
soñamos, mientras que, estando despiertos, estamos seguros de que podemos
entender cualquier cosa con sólo prestarle la debida atención. Para no tener
que afrontar la prueba abrumadora de que poseemos un entendimiento limitado,
preferimos acusar a los sueños de ser simples tonterías.
Fromm considera, que el lenguaje simbólico es el único
idioma extranjero que todos debiéramos estudiar. Su comprensión nos pone en
contacto con una de las fuentes más significativas de la sabiduría, la de los
mitos, y con las capas más profundas de nuestra propia personalidad. Más aún,
nos ayuda a entender un grado de experiencias que es específicamente humano
porque es común a toda la humanidad, tanto en su tono como en su contenido.
Dice el Talmud: “Los sueños que no han sido
interpretados son como cartas que no han sido abiertas”.
II. NATURALEZA
DEL LENGUAJE SIMBÓLICO
El lenguaje simbólico es un lenguaje en el que el
mundo exterior constituye un símbolo del mundo interior, un símbolo que
representa nuestra alma y nuestra mente.
Fromm distingue tres clases de símbolos: el convencional,
el accidental
y el universal.
El símbolo convencional es el más conocido de
los tres, porque lo empleamos en nuestro lenguaje diario. Se refiere al
convenio de llamar a un objeto determinado con un nombre determinado, sin que
exista relación inmanente entre la palabra que se emplea para llamar a un
objeto y el objeto mismo. Aprendemos su relación siendo niños, mediante la
repetida experiencia de escuchar la palabra referida al objeto, hasta que se
forme una asociación permanente, de tal modo que luego ya no tenemos que pensar
para emplear el vocablo necesario.
El extremo opuesto al símbolo convencional es el
símbolo accidental, aunque ambos tienen algo de común: no hay relación
interna entre el símbolo y lo que simboliza.
Los símbolos accidentales no pueden ser compartidos
por nadie, salvo cuando referimos los hechos enlazados con el símbolo. Por esta
razón los símbolos accidentales se emplean raramente en los mitos, en los
cuentos de hadas o en las obras de arte escritas en lenguaje simbólico, porque
no son transmisibles. En los sueños, no obstante, los símbolos accidentales son
frecuentes.
El símbolo universal es aquel en el que hay una
relación intrínseca entre el símbolo y lo que representa. Tiene su raíz en la
experiencia de la afinidad que existe entre una emoción o un pensamiento, por
una parte, y una experiencia sensorial, por la otra. Puede ser llamado
universal porque es compartido por todos los hombres. Tiene sus raíces en las
propiedades de nuestro cuerpo, nuestros sentidos y nuestra mente, que son
comunes a todos los hombres, y por consiguiente no se limita a personas o
grupos determinados. El lenguaje del símbolo universal es, la única lengua
común que produjo la especie humana, lenguaje que olvidó antes de que lograra
elaborar un lenguaje convencional universal.
III.
NATURALEZA DE LOS SUEÑOS
Todos los sueños tienen sentido y significado. Sentido
porque contienen un mensaje que puede ser entendido cuando se posee la clave
para traducirlo. Significado, porque nunca soñamos nada fútil, aunque el sueño
pueda estar expresado en un lenguaje que oculte el significado de su mensaje
con una apariencia de futilidad.
Este punto de vista fue abandonado completamente sólo
en estos últimos siglos. Se relegó la interpretación de los sueños al campo de
la superstición, y se afirmaba sin vacilar que los sueños eran manifestaciones
psíquicas insignificantes, carentes de sentido, o en el mejor de los casos
reflejos mentales o sensaciones físicas experimentados durante el sueño.
Fue Freud quien, refirmó el antiguo concepto: los
sueños tienen sentido y significado: No soñamos nada que no sea una importante
expresión de nuestra vida interior y todos los sueños pueden ser entendidos
siempre que tengamos la clave para ello; la interpretación de los sueños es la
“vía regia”, la avenida principal que conduce al conocimiento del inconsciente
y por lo tanto la fuerza motriz más poderosa de la conducta, tanto patológica
como normal. Además, Freud refirmó que el sueño es la satisfacción de pasiones
irracionales, reprimidas durante la vida despierta.
Fromm considera que la única descripción de la
naturaleza de los sueños que no altera ni disminuye el fenómeno es la que los
sueños son expresiones llenas de sentido y significado de todas las clases de
actividades mentales, que se producen cuando dormimos.
Cuando dormimos no nos preocupamos de poner al mundo
exterior al servicio de nuestros propósitos. Estamos indefensos, y por eso el
sueño ha sido llamado con justicia “el hermano la muerte”. Pero también estamos
libres, más libres que en estado de vigilia. No tenemos que mirar al mundo
exterior; miramos nuestro mundo interior, nos ocupamos exclusivamente de
nosotros mismos. En el estado de reposo el reino de la necesidad cede su sitio
al reino de la libertad, en el que “Yo soy” es el único sistema al que se
remiten pensamientos y sentimientos.
La vida dormida y la despierta son los dos polos de la
existencia humana. La despierta está enlazada con la función de la actividad,
la dormida está libre de ella. El sueño está enlazado con la función de la
autoactividad. Cuando despertamos nos trasladamos al reino de la acción.
La conclusión a que llega Fromm es: el estado del
sueño tiene una función ambigua. La falta de contacto con la cultura provoca la
comparecencia de lo peor y también de lo mejor que tenemos; por consiguiente
cuando soñamos podemos ser menos
inteligentes, menos sabios y menos decentes, pero también podemos ser mejores y
más cuerdos que cuando estamos despiertos.
Me parece apasionante la forma en que Fromm describe el mundo y el lenguaje de los sueños. Nunca se me ocurrió la brillante lógica de Fromm en decir que los sueños es el único lenguaje universal y abarca a absolutamente todas las culturas. Me interesa muchísimo este tema que me propongo leer, porque quiero aprender a ser más cuerda y ser mejor.
ResponderEliminarQuiero saber que me dice mi inconsciente a través de mis sueños y que mensajes importantes hay tras ellos.
Gracias
Muchas Gracias por tu comentario. Así es, se dice que un sueño no interpretado es como una carta no leída.
ResponderEliminarEstamos a tu disposición para cualquier orientación psicológica sobre sueños u otra cosa.
saludos
El libro es muy técnico o es aconsejable para neófitos en la psicología. De no ser así cual recomendarían del autor. Ya he leido El arte de amar y se entendió muy bien.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy interesante el libro, como todos los de Erich Fromm. Me gustaría leerlo completo, pues me ayudaría a conocerme
ResponderEliminarmejor. Dónde puedo conseguirlo. Gracias por publicar esta introducción .Saludos.
Me gustaría leerlo a plenitud ya que es de suma utilidad, para
ResponderEliminaruna propuesta de trabajo poética que estoy desarrollando.